El gazpacho es una receta que cobra especial protagonismo en épocas del año en las que predominan las altas temperaturas, si bien es recomendable tomarlo en cualquier momento, gracias a sus beneficiosas propiedades para la salud. Una sopa fría que generalmente se compone con varios ingredientes como tomates, pepinos, pimientos, ajo y otras hortalizas crudas, además de aceite de oliva y vinagre.
Seguro que se te empieza a hacer la boca agua de pensar en un buen vaso fresquito. Si eres una persona que se esfuerza por mantener una dieta saludable, te va a interesar mucho lo que tenemos que contarte en este post. ¿Te animas a seguir leyendo?
Los orígenes y la historia del gazpacho
Queremos explicarte, en primer lugar, que el origen del gazpacho tiene algunos siglos de historia. Ya se elaboraba en Al-Andalus, antes del VIII, con vinagre, sal, agua, aceite de oliva, ajo y migas de pan, que se majaban para después servir el resultado a modo de sopa. Esta versión primitiva se parecía mucho más a lo que hoy conocemos como ajoblanco.
Durante mucho tiempo consistió en un plato rústico, tosco y simple, y no fue hasta principios del XIX cuando se le empezaron a añadir hortalizas. Poco a poco, se fue popularizando su receta y se trasladó a otros lugares como Francia. Hasta que en la década de 1960, con la apertura de España a Europa y la eclosión del turismo, el gazpacho se internacionalizó.
Las diferentes versiones del gazpacho
Por todo lo anterior, muchos autores afirman que el gazpacho es originario de Andalucía. Aunque hay otros que atribuyen su procedencia a Castilla la Mancha, concretamente Cuenca, porque es lo más parecido al galiano que tomaban allá por el siglo XII los pastores. Tal vez esta disparidad de afirmaciones sea lo que ha provocado que, en la actualidad, sepamos de diferentes variedades.
El gazpacho andaluz
Para muchos es el más tradicional, el que sigue fielmente, por así decirlo, la norma académica de lo que tiene que ser un gazpacho. Lleva tomates maduros, pimientos verdes, ajo, pepino, migas de pan, aceite de oliva extra, vinagre, ajo, agua y sal. No obstante, existen divergencias sobre cuáles deben ser las proporciones de cada uno de los ingredientes y si se ha de colar o no antes de ser servido.
El gazpacho manchego
El principal competidor del andaluz, al cual todavía se le sigue llamando galiano por esas tierras de don Quijtote y Sancho Panza. Sin embargo, no debes confundirlos porque nada tiene que ver el uno con el otro. El gazpacho manchego, de hecho, es un guiso que se sirve caliente y se cocina con carne de conejo o pollo, torta de pan o de cenceña, pimiento, ajo, tomate, cebolla y algunas especias como el comino y el pimentón.
Otras variantes del gazpacho
A partir de las dos principales variantes que te hemos destacado anteriormente, han nacido muchas otras que difieren ligeramente en función de los ingredientes utilizados o incluso el modo de preparación. Te hablamos, por ejemplo, del gazpacho extremeño, cuya diferencia con el andaluz es que lleva también cebolla.
Hay quienes se han atrevido a ponerle hierbabuena y albahaca, o quienes lo preparan con frutas como la sandía, el melón, la cereza, la fresa o la frambuesa. Igualmente, existen versiones que llevan almendra, rábano, jengibre, menta o clavo.
Quizás hayas oído alguna vez hablar del gazpacho blanco, que sustituye las hortalizas por piñones y almendras. O del gazpachuelo, cuyo origen es una sopa de pescadores que se tomaba en Málaga y que en nada se parece al gazpacho que todos conocemos, porque lleva entre otras cosas mayonesa. También es muy famoso el salmorejo cordobés, al que se le añade un poco de jamón a taquitos y huevo duro.
¿Por qué incluirlo en una dieta saludable?
Nosotros vamos a pasar por encima de estos otros tipos que te hemos mencionado y nos vamos a centrar en el clásico gazpacho de toda la vida; el que hemos denominado gazpacho andaluz. Y ahora responderemos a la pregunta que acabamos de lanzar, desgranando las propiedades nutricionales que lo convierten en un plato muy recomendable para incluir en una dieta saludable.
Al ser una fuente natural de vitaminas A, C y E, además de hidratos de carbono y minerales como el calcio, el hierro, el magnesio, el fósforo, el potasio, el cobre, el zinc, el cobre y el manganeso, es una sopa muy completa. A esto debes añadir su bajo contenido en calorías. Además, te aporta fibra vegetal y antioxidantes como los carotenoides o el licopeno. Y por su contenido en sales, está considerado como una bebida isotónica.
Contribuye a una correcta hidratación, tiene efectos vasodilatantes y, por su alto contenido en verduras, se ha demostrado que reduce las probabilidades de aparición de determinados tipos de cáncer. ¿Qué más le puedes pedir? Por si fuera poco, te ayudará a bajar de peso porque su ingesta genera sensación de saciedad.
¿Cómo preparar un buen gazpacho?
Vamos a cerrar nuestro artículo explicándote lo más importante: los pasos que tienes que seguir para preparar un buen gazpacho. Te adelantamos que vas a necesitar una batidora de vaso como la Mixy, que puedes encontrar si visitas nuestra web de Mellerware.
Pues bien, una vez reunidos todos los ingredientes que necesitas para esta receta, lo primero será pelarlos y trocearlos para que no queden molestos grumos. También puedes ahorrarte parte del trabajo pasando por un colador el resultado final, aunque esto último tiene algunos detractores.
Una vez hecho esto, en la batidora de vaso tendrás que mezclarlos con el aceite, el agua, el vinagre y la sal y triturar a máxima velocidad durante unos 4 minutos, aproximadamente. Pasa un cucharón para asegurarte de que no queden restos de pieles ni semillas y así conseguirás la textura perfecta. Antes de tomarlo, mételo en la nevera durante un par de horas para que esté bien fresquito.
Como vas a poder comprobar, con la batidora de vaso Mixy de Mellerware va a quedarte un resultado exquisito, para chuparte los dedos. Sobre todo, si utilizas productos de calidad, frescos y de temporada. ¿A qué esperas? ¡Tómate ya un buen gazpacho a nuestra salud!